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10 CLAVES PARA FORMAR NIÑOS INDEPENDIENTES

  • Foto del escritor: Escuela Simón Rodriguez
    Escuela Simón Rodriguez
  • 25 abr
  • 3 Min. de lectura

Los niños quieren ser independientes al realizar actividades propias de su edad, pero somos los adultos quienes, sin darnos cuenta, nos empeñamos en “ayudarlos” a no lograr por sí solos las metas para las que ya están preparados. Conoce algunos consejos basados en el método Montessori para la formación de niños independientes.


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De acuerdo con las investigaciones de la pedagoga María Montessori, los primeros años de vida son cruciales para la absorción de los estímulos del ambiente. Por lo cual es importante que el niño experimente por sus propios medios y de forma autónoma, bajo la guía de los adultos.


En teoría, esto lo entendemos padres y maestros. Sin embargo, nos cuesta poner en práctica la posibilidad de que el niño aprenda por sí mismo, sin la constante intervención del adulto “salvador” que quiere evitar cualquier riesgo físico o emocional.


Desarrollemos la independencia en nuestros niños.


Así como ellos están en constante aprendizaje, los adultos también debemos poner en práctica estrategias para fomentar la autonomía en los niños. 0Pero, ¿cómo podemos formar niños independientes y seguros?


1. Crear un ambiente organizado en el hogar y escuela. El mobiliario y la disposición de los elementos deben favorecer la autonomía del niño, de forma que no tenga que recurrir continuamente a los adultos para que le alcancen cualquier juguete o materiales.

2. La observación de las actividades ayuda a saber cuáles son sus intereses y capacidades, las próximas a adquirir y las que está aún lejos de alcanzar. Con la observación obtenemos indicadores que nos permiten adecuar el proceso de enseñanza a cada niño.

3. Fijar metas de autonomías alcanzables por el niño, no demasiado amplias y que generen frustración, lo cual repercutiría en su confianza. Debemos respetar su ritmo de aprendizaje y edad sin saltarnos etapas de su desarrollo. Por ejemplo, para que aprenda a tender la cama, primero ayudará al adulto a hacerlo y, poco a poco, le daremos mayor responsabilidad en el proceso.

4. Incluir al niño en las actividades de la vida cotidiana y autocuidado fomenta su autonomía, ya que aprende a hacer por sí mismo y se siente útil. Poner la mesa, organizar sus juguetes o encargarse de mascotas o alguna planta, puede ser gratificante para él.

5. Los errores son parte del proceso de aprendizaje en el entorno Montessori. Cada uno de los materiales ha sido diseñado para que el niño reconozca, corrija y aprenda del error, asumiendo riesgos sin temor a equivocarse y viendo los errores como parte de la vida cotidiana. Si constantemente corregimos los errores de los niños de forma negativa y sin darles oportunidad de rectificar por sí mismos, aprenden a temer al error y limitan su curiosidad. Por ejemplo, si está en sus primeras etapas de lectura podemos ayudarlo con las palabras difíciles cuando solicite ayuda.

6. Al alabar las habilidades de los niños de forma exagerada, no ayudamos en su autoestima, porque dudarán de nuestra objetividad, además de que podríamos estarles impidiendo afrontar realidades más complejas. Sin embargo, esto no significa que no podemos felicitarlos o hacerles ver que estamos conscientes de sus logros.

7. Preparar a los niños para tomar decisiones por sí mismos, dentro de ciertos límites, ofreciéndoles dos o tres alternativas que faciliten la elección, como la ropa a usar  o el cuento antes de dormir. Los adultos deben respetar las decisiones de los niños, ya que sería contraproducente decirles luego que su elección no es la mejor.

8. El resultado no siempre es lo más importante, sino el proceso en sí. Es decir, desarrollar la autonomía en el niño es más importante que lograr la meta de forma perfecta. Si está aprendiendo a comer solo, debemos ser pacientes para limpiar luego el desastre, evitando así enviarle el mensaje de que no está capacitado.

9. Sin riesgos no hay autonomía. Los adultos vemos más peligros de los que en realidad existen. Por ello, podemos presentar distintos retos a los niños que impliquen un aumento progresivo del nivel de dificultad, valorando su esfuerzo al afrontarlos.

10. Los temores de los padres han hecho que cualquier obstáculo que se le presente a un niño sea motivo de rescate inmediato. Cuando vemos al niño pasando por cierto grado de dificultad, debemos evitar correr a “darle una mano”, sin permitir que sea él mismo quien experimente el problema y su posible solución.


Una de las principales premisas de María Montessori para fomentar la autonomía de los niños es no hacer por ellos algo para lo cual ya están capacitados. Arribar a cierta etapa de su vida no hace al niño automáticamente autónomo. Es un rasgo que se forma gracias a múltiples factores, donde intervienen la familia y la escuela, por lo que es necesario que la crianza del hogar y la enseñanza en del colegio estén en armonía para que ambos contribuyan a lograr esta meta.


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